PROYECTO DE INVESTIGACIÓN


PLAN NACIONAL DE EDUCACIÓN - PERÚ

Plan Nacional de Educación Para Todos 2005-2015, Perú : hacia una educación de calidad con equidad brinda a todas las personas oportunidades educativas de aprender con calidad es la apuesta permanente del MED y, por ello, el Plan Nacional de Educación Para Todos 2005-2015, Perú constituye un referente y pieza central de nuestro accionar.

Hace un diagnóstico en relación con los seis objetivos de la Educación para Todos y expone el Plan de Acción del Foro Nacional de Educación para Todos, que tiene como mira la construcción de una propuesta de equidad y calidad educativa para nuestro país, y que supone que la sociedad y el Estado asuman el compromiso y la corresponsabilidad en la tarea educadora.

ALEJANDRO RUMUALDO (monografía)

                                                                                                 I.        INTRODUCCIÓN

Alejandro Romualdo Valle Palomino (Trujillo, 19 de diciembre de 1926 – Lima, 27 de mayo de 2008)
Fue un poeta, dibujante, profesor y periodista peruano. Murió con sus  81 años de edad, el autor del conocido ‘Canto Coral a Túpac Amaru’, su cadáver fue encontrado tendido sobre el piso de su dormitorio, en medio de revistas y libros regados a su alrededor. Los familiares, que descubrieron el cadáver, declararon no creer que el poeta haya muerto como consecuencia de un suicidio o enfermedad y añadieron creer que pudo ser víctima de un asalto.
Pertenece a la Generación del 50 y representa a la tendencia social de la poesía hispanoamericana. Dentro de sus libros destacan La torre de los alucinados, El movimiento y el sueño, Cuarto mundo y Mapa del paraíso. Su composición más conocida es Canto coral a Túpac Amaru, que es la libertad. Pese a que su obra ha tenido poca difusión en el Perú y el mundo, es uno de los poetas más importantes del siglo XX en América Latina.

                                                                                                      II.        BIOGRAFÍA

Su nombre completo fue Alejandro Romualdo Valle Palomino. Nació el 19 de diciembre de 1926 en Trujillo y murió el 27 de mayo de 2008 en Lima. Poeta peruano, característico representante de la generación del 50 de la literatura peruana.

  • 2.1.               ¿Quién fue Alejandro Romualdo?

Estudió literatura en la Universidad, Nacional Mayor de San Marcos y ganó el Premio Nacional de Poesía en 1949. Estudió también en la Universidad de Madrid en 1951. Cuando regresó a Lima, se desempeñó como profesor de varias generaciones de periodistas en la Universidad de San Martín de Porres además convertido al compromiso político, al marxismo y a la revolución. Se orientó entonces a la poesía social, caracterizada por el uso de la palabra fuerte, de la temática revolucionaria y de la lucha existencial del hombre. Mario Vargas Llosa, que por esos años era también alumno en San Marcos, lo recuerda así: «…en un recital que hubo en San Marcos, en el que participaron varios poetas, Romualdo fue la estrella, arrancando sobre todo con su efectista Canto coral a Túpac Amaru, que es libertad ovaciones que convirtieron al salón de San Marcos poco menos que en un mitin político. Eran los días del gobierno dictatorial del general Manuel A. Odría, que reprimía severamente a los apristas y comunistas.
Se dedicó a la docencia y al periodismo. Colaboró en los diarios La Crónica y La Prensa, y en las revistas Cultura Peruana e Idea. Sus poesías, artículos y caricaturas, aparecen firmados con su prenombre de Alejandro Romualdo; también con su apodo de Xanno. Tuvo poca difusión en el Perú y en el mundo pero es uno de los poetas más importantes del siglo XX de América Latina.
En 1976 ganó el premio del Festival OTI con su poema titulado Quiero salir al sol, musicalizado por Ernesto Pollarolo e interpretado por Fernando Llosa. Colaboró en la revista de artes y letras Hueso Húmero (1987, 1990).
La noche del 27 de mayo de 2008, el poeta fue hallado sin vida en su vivienda del distrito limeño de San Isidro. Se cree que murió víctima de una afección cardíaca.
Se puede destacar en su biografía, algunas de sus obras más famosas. Las más importantes son: Cámara lenta de 1950, La torre de los alucinados de 1951, Desde abajo 1961, Como Dios manda 1967, El movimiento y el sueño de 1971, Poemas de 1975 y Poesía íntegra del año 1986. No le tocó ser un escritor renombrado en su época. Sin embargo dejó tras de sí una obra encomiable de gran significado que puede ser revalorado al día de hoy, como la otra de un escritor crítico y sensible.

  • 2.2.               Vida de Alejandro Romualdo

Fue la de un escritor ecléctico en su labor, Alejandro Romualdo. En este recogió influencias y las sintetizó de una manera muy personal. Cuidó el vocabulario, evocó la estética, recuerda en sus temas existenciales a César Vallejo, y su visión cósmica nos recuerda al inolvidable Pablo Neruda. Su libro, Poesía Concreta escrito en 1952, configura desde ya su actitud crítica ante la realidad social. Romualdo se expresa con destreza, con formas y estrofas clásicas adecuándolas a nuevos y profundos significados. A menudo su técnica coloquial de la oración recibe nuevos sentidos otorgados por él en su manejo de la significación. Con el libro Edición Extraordinaria en 1958, se vale de la poesía como instrumento no solamente de propaganda política sino también de agitación. Se persigue en esto una vinculación con sus convicciones marxistas. Sin renunciar a sus principios, Romualdo acudió a otras manifestaciones estéticas, como se muestra en Cuarto Mundo escrito en 1972, y en Extensión de la Palabra de 1974, poema libro en que experimenta elementos gráficos y visuales y lo acerca de alguna manera a la lírica de Octavio paz. El crítico César Toro Montalvo definió que Alejandro Romualdo fue una voz sólida, clamorosa y edificante. Su poesía es como una fibra descarnada y siempre revolucionaria donde la sentimos humana y hasta política. Romualdo ha pasado por fases variadas, desde su poesía post vanguardista en su primera etapa, mediando sólidas páginas donde es visible la poesía social hasta estratos experimentales de entorno virtual, que es válida en su opción dialéctica. La noche del 27 de mayo de 2008, Alejandro Romualdo fue hallado sin vida en su vivienda del distrito limeño de San Isidro.

                                                                                                           III.        OBRAS
  • Ø  La torre de los alucinados (1949). Premio Nacional de Poesía 1949.
  • Ø  Cámara lenta (Lima, 1950)
  • Ø  El cuerpo que tu iluminas (Lima, 1950)
  • Ø  Mar de fondo (Lima, 1951)
  • Ø  España elemental (Lima, 1952)
  • Ø  Poesía concreta (Lima, 1952)
  • Ø  Poesía 1945- 1954 (Lima, 1954), antología que reúne siete poemarios hasta entonces inéditos, comenzando por La torre de los alucinados.
  • Ø  Edición extraordinaria (Lima, 1958), del que forma parte su célebre Canto coral a Túpac Amaru, que es la libertad.
  • Ø  Desde abajo (1961) que reproduce las colecciones tituladas Mar de fondo, España elemental y Poesía concreta.
  • Ø  Como Dios manda (México, 1967)
  • Ø  Cuarto mundo (Buenos Aires, 1970)
  • Ø  Poesía de Alejandro Romualdo (Antología) [La Habana, 1971]
  • Ø  El movimiento y el sueño (Lima, 1971)
  • Ø  En la extensión de la palabra (Lima, 1974)
  • Ø  Poesía íntegra (Lima, 1986)
  • Ø  Mapa del paraíso (Salamanca, 1998)
  • Ø  Ni pan ni circo / Ne pane Ne circo (Siena, 2002)
  • Ø  Antología general de la poesía peruana (1957) en colaboración con Sebastián Salazar Bondy.

3.1.       Resumen de sus obras más destacadas
3.1.1.           Poema Canto Coral A Túpac Amaru
Lo harán volar con dinamita.
En masa, lo cargarán, lo arrastrarán.
A golpes le llenarán de pólvora la boca,
lo volarán: ¡Y no podrán matarlo!

Le pondrán de cabeza.
Arrancarán sus deseos, sus dientes y sus gritos.
Lo patearán a toda furia.
Luego lo sangrarán.¡Y no podrán matarlo!

Coronarán con sangre su cabeza;
sus pómulos, con golpes.
Y con clavos, sus costillas.
Le harán morder el polvo.
Lo golpearán: ¡Y no podrán matarlo!

Le sacarán los sueños y los ojos.
Querrán descuartizarlo grito a grito.
Lo escupirán.
Y a golpe de matanza lo clavarán:
¡y no podrán matarlo!

Lo pondrán en el centro de la plaza,
boca arriba, mirando al infinito.
Le amarrarán los miembros.
A la mala tirarán:¡Y no podrán matarlo!

Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.

Querrán descuartizarlo, triturarlo,
mancharlo, pisotearlo, desalmarlo.
Querrán volarlo y no podrán volarlo.

Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.

Al tercer día de los sufrimientos
cuando se crea todo consumado,
gritando ¡LIBERTAD! sobre la tierra,
ha de volver.¡Y no podrán matarlo!


3.1.2.           El cuerpo que tu iluminas
Porque eres como el sol de los ciegos, Poesía,
profunda y terrible luz que adoro diariamente.
Mis ojos se queman como los ojos de las estatuas
mi corazón padece como una vaso de vino un armario.

Tú eres un puente de agonía, un mar animado
de agua viva y palpitante. Tú te alzas y brillas:
yo giro alrededor de ti; alta y pura te miro
como los perros a la luna, como un semáforo para morir.

¡Oh Poesía incesante, mi buitre cotidiano,
me tocó servirte en el reparto de sufrimientos:
como un niño exploraba las tierras pálidas del sol.

¡Oh Poderosa! Yo soy para ti uno de los miembros
de esta numerosa familia sideral
compuesta de padres e hijos milenarios.
Yo soy para ti la noche: Tú me enciendes,
ardo en el vientre universal,
rabio con las olas y las nubes,
escribo al girasol que me ama diariamente deslumbrado.

Yo te devuelvo, amor mío, como un espejo desierto
en cuyas entrañas están las cenizas de donde Tú renaces.
Yo te devuelvo amor, mi vientre se renueva sin cesar.
Tú te ocultas y muerdes, entonces, como una ola gloriosa, llena de dulzura y vigor.

¡Oh Poesía, mi rayo divino y cruel, clava tu pico,
devora el fuego que me abate, apaga esta zarza inmortal!

He aquí mi cuerpo, roído por las estrellas,
pálido y silencioso como un dios que ha cesado
y que Tú arrastras, borrándolo, como el mar o la muerte.

3.1.3.           Ni pan ni circo
Primera edición peruana de un libro que salió hace 3 años en Italia, en una versión bilingüe. Alejandro Romualdo, y lo demuestra una vez más con este Ni pan ni circo, es un poeta heterogéneo, versátil, capaz de experimentar con el montaje de los versos y el lenguaje y ser comprometido, pero también capaz de ser puro, en el mejor sentido del término. Ni pan ni circo consta de cinco secciones con temperaturas líricas y temáticas distintas, que recogen y sintetizan, de alguna manera, las mayores virtudes del poeta, como su capacidad para hacer de la dicción clásica y del ímpetu político, cargado de denuncia, una sola cosa. Aquí unos versos más que pertinentes para el momento: "Escucha, Oh Magnanimus, al esclavo / que ayer sostuvo tu corona / y hoy te murmura a la oreja / piadosamente: / 'Proteged a los leones, proteged a los leones.

3.1.4.           La poesía comprometida de Alejandro Romualdo
SEMBLANZA
En el primer libro de Alejandro Romualdo, La torre de los alucinados, aparte de la presencia de Eielson puede advertirse la de Rilke; sin embargo, ese texto ya era profundamente original y tiene como especial característica la reminiscencia de una infancia feliz; ese mundo invocado y embellecido por la palabra de Romualdo tiene connotaciones religiosas. El lenguaje utilizado es a ratos edulcorado, pero en ocasiones muestra ya esa tendencia a evidenciar la realidad que caracterizaría a su poesía posterior.Después, en contacto con algunos poetas españoles como Alonso, Aleixandre, Bousoño y especialmente Otero, la poesía de Romualdo se transforma y se torna materialista. En los años 50/52, la poesía de Romualdo se distinguirá todavía por una preocupación de orden religioso; la divinidad aparece hermanada con el hombre, y más aún, inventada por él. Después, en el poemario España elemental, el tema es el dolor por el sufrimiento del pueblo español. Formalmente, la poesía de Romualdo recurre al ritmo acezante a través de cesuras encabalgamientos sorpresivos; en ocasiones recurre a formas tradicionales como el soneto; en otros casos, dentro del soneto, realiza las operaciones mencionadas: encabalgamientos, cesuras, aliteraciones. El recurso formal más importante de Romualdo es lo que Bousoño llama la ruptura del sistema y es realizado más en el plano semántico que en el sintáctico. Toda esta primera fase de la poesía de Romualdo culmina con Cámara lenta (1950) y El cuerpo que tú iluminas (1951).Una segunda fase de la producción de Romualdo es la que se inicia con Edición extraordinaria (1958), donde el poeta recurre al lenguaje periodístico, de la frase hecha, impactante, directa. Algunos críticos escogieron los poemas menos logrados del libro para llamar la atención sobre cómo la poesía social peruana había caído en lo que llamaban "un callejón sin salida". No se percataban de que no es el procedimiento el que hay que mirar sino el logro del poema. Basta decir al lector de hoy que el "Canto coral a Túpac Amaru", tan celebrado, pertenece a este poemario. De otro lado, Romualdo, al utilizar técnicas periodísticas para escribir poemas, está haciendo lo mismo que en esos años empezaban a hacer Nicanor Parra en Chile y Ernesto Cardenal en Nicaragua. La poesía posterior de Romualdo recoge sus virtudes iniciales, pero está hecha con una mano de más experiencia y oficio, un buen ejemplo es el libro Cuarto mundo. Otro tipo de poesía que ha ido ganando el interés de Romualdo es la espacial, en la que ha conseguido hermosos logros. Así, este poeta considerado con justicia como el más representativo de la tendencia social, es decir, aristotélico, realista, comprometido, muestra sus coincidencias en las búsquedas con poetas finalmente tan diferentes como Sologuren y Eielson.
3.1.5.           Se me quitaron totalmente todo
Si me quitaran totalmente todo
si, por ejemplo, me quitaran el saludo
de los pájaros, o de los buenos días
del sol sobre la tierra
me quedaría
aún
una palabra. Aún me quedaría una palabra
donde apoyar la voz.

Si me quitaran las palabras
o la lengua
hablaría con el corazón
en la mano,
o con las manos en el corazón.

Si quitaran una pierna
bailaría en un pie.
Si me quitaran un ojo
lloraría en uno ojo.
Si me quitaran un brazo
me quedaría el otro,
para saludar a mis hermanos,
para sembrar los surcos de la tierra,
para escribir todas las playas del mundo, con tu nombre
amor mío.

                                                                                                      IV.        CRÓNICA

1.    Y dijo el poeta: “Neruda es carnudo, Vallejo huesudo” aquella noche en La Noche y todos callamos. Alejandro Romualdo había llegado al bar La Noche del Centro de Lima –quedaba frente al Queirolo en el Jr. Camaná como una aparición arrastrado por el ímpetu de la también poeta Alessandra Tenorio. Ella era jefa de las actividades del antro y había organizado ese verano del 20o3 el ciclo “Vida y literatura: Generación del 50 Homenaje a Alejandro Romualdo”. Y Romualdo, quien murió tiempo después, era intratable para las entrevistas. Los que lo conocíamos, nos quedamos más que sorprendidos. Ahí estaba Romualdo, con su traje azul y su camisa a cuadros, de bigotes a charro mexicano y su sabiduría. Ahí estaba y luego se ausentó para siempre. De esa vez es la foto donde aparecemos con los poetas Marco Martos, Washington Delgado y los jóvenes Alessandra y Víctor Ruiz Velazco. A Romualdo se lo vio un par de veces más en público. Luego, se fue incendiando en su fuego. Todos los fuegos.
Alejandro Romualdo Valle  había nacido en Trujillo en 1926 y ya en 1949 gana el Premio Nacional de Poesía “José Santos Chocano” con La torre de los alucinados, libro que publicara dos años después. Precoz, fue heredero de poetas contrastados como Rainer María Rilke, Jorge Eduardo Eielson, José María Eguren y su caro César Vallejo. Con los poetas Gustavo Valcárcel y Juan Gonzalo Rose en los 50 atraviesan la trocha de la llamada poesía social y son apestados, malditos y expulsados del parnaso regio de la poesía nacional. Romualdo vivió intensamente los primeros años de la década del 50 cuando fue becado por el Instituto de Cultura Hispánica y viajó a España y estuvo en la Italia de aquellos años donde se consolidaba el cine del neorrealismo y e igual como ocurrió con Paco Bendezú, se enamoró de actrices como Gina Lollobrigida, Sophia Loren, Silvana Mangano, Anna Magnani. Es decir, se hizo de un respaldo cárnico talentoso. De aquellos años felices son los hallazgos de Blas de Otero, de la ironía que vidrian, del desarraigo y la pasión de vivir. Cuando volvió al Perú le dieron con la horma de su zapato.
Romualdo fue poeta intenso y de carácter enérgico. El crítico Alberto Escobar decía que sus verso, templados y enriquecidos, se tornaban militantes. Que su gesto vital, enérgico, le insuflaba un dinamismo que fluía del encabalgamiento y la enumeración, recursos a los que sumaba la ruptura de sintagmas lexicalizados, y el atrevimientos desenvuelto —y aquí ingresa la impronta de Quevedo— con el que reinstala en la lengua, una frescura que punza en la realidad y la recrea. Que su ritmo interior y la visión unitaria, inspirados en la herencia de Poemas Humanos, consiguen en esta poesía los mejores ecos de la revuelta estilística que impulsó Vallejo. Fue después, a finales de los 60 que Romualdo incursiona en una poesía distinta, más acorde con los tiempos, recogiendo los aportes de autores como Ernesto Cardenal, Nicanor Parra y Octavio Paz.
Romualdo fue un comunista cabal. Ahí su militancia en el PC. Dice el poeta Ricardo Falla quien lo acompañó en sus últimos días, que los poetas de la generación del 50, tuvieron como situación a la dictadura obrerista, caracterizada por el antiaprismo y anticomunismo, por la persecución policial, encarcelamiento  o deportación a los opositores, por la censura de libros y quema a los que consideraba subversivos, la prohibición  de circulación de la prensa democrática, por el cierre de espacios de discusión como fue el receso para el dictado de clases de la Universidad Mayor de San Marcos, incluyendo la deportación de su Rector, el Dr. Luis Alberto Sánchez, la casi nula actividad sindical, etc. Así, se prohibió la circulación por todo el territorio nacional de los 7 ensayos de J.C. Mariátegui, la Antología de César Vallejo que editara Xavier Abril en Buenos Aires en 1942, el Antiimperialismo y el apra de Haya de la Torre, etc. Y, en el plano internacional por el inicio de la guerra fría, con la guerra de Corea como telón de fondo, cuyo significado en el Perú, fue la aplicación de la política izquierdista, que consistía en “cerrar” todos los espacios al “pensamiento marxista” y “apro comunista”.  Así pues, los poetas del cincuenta, no obstante, reivindicaron como paradigma a César Vallejo, asumieron como propuesta filosófica las tesis del “compromiso existencial” o las  del marxismo.
Eran jodidos esos tiempos. Romualdo fue muy amigo de mi padre, relación que venía por línea de Sandro Mariátegui, gran editor de la obra mariateguiana y que también lo publicó a Romualdo en la editorial Minerva. El poeta lo frecuentaba en la pequeña librería del viejo en el Parque Universitario. Yo lo recuerdo joven, caminando entre los árboles, en esa Lima de los sesenta, y a los gritos explicando de la estética del realismo social, de sus asertos en poesía y política. Alcanzo a escucharlo decir que la URSS ganaría la carrera espacial y que Fellini era un genio. Eran los años que llegaron ya –aunque de manera caleta—los libros marxista de imprentas soviéticas y chinas. Maravilloso olor de la revista Pekín informa, de incendiarias proclamas y su incomparable perfume a arroz. Y luego en los chifas de la calle Capón, con soperas gigantes y pisco y además vinos sauternes.
Y la casa es celeste. Está a media cuadra del Olivar de San Isidro y tiene una puerta negra de metal casi como ingresar al cielo. La casa en la primera cuadra de la calle Ernesto Plascencia, al 152, en el distrito de San Isidro. Ha pasado una punta de años. Romualdo vive refugiado porque un hada persecutoria lo ha poseído. No quiere hablar con nadie. Encerrado voluntario, ahora pinta. Antes los hizo con el seudónimo de Xano. En los 90 trabajamos juntos en el diario Pagina Libre de Guillermo Thorndike, él, como ilustrador. El “gringo” también ilustre habitante del panteón nacional, lo admiraba. La revista Martín, luego, le dedicó un número especial al poeta. Y de aquella vez es el alborotó que formó su presencia. Algún periodista dijo: “es el Salinger peruano” y lo único que había leído era su Canto coral a Túpac Amaru, de cual Romualdo, medio como que se avergonzaba. La casa era celeste pálido como el cielo. Ahí lo encontraron muerto un 27 de mayo de 2008. Solo, independizado.
Y dijo el poeta: “Neruda es carnudo, Vallejo huesudo” aquella noche en La Noche y todos callamos. Y decía que Neruda y su Residencia en la tierra era ejemplar y eso que es un denso poema. Pero que Vallejo es más importante. Que Neruda se movía en un lenguaje corriente, cotidiano pero que Vallejo crea un lenguaje poético. La creación total del lenguaje. Por ello, contaba, Picasso, que era muy sabio, le hizo tres retratos –y ninguno a Neruda—e igual que pintó a Eluard y a Breton. Yo no lo vi más. Todavía está en mi memoria aquella lectura de poemas de Romualdo. Imponente y rotundo. No hubo muchos espectadores, la poesía no tiene masas, tiene contundencia.  Romualdo, luego de 20 publicaría en el 2006 su libro Ni pan ni circo. Pocos se han detenido en el análisis de toda su obra compleja. Quizá así sigue vive, intenso, provocador y eterno.

2.    “La aparición de la poesía social, ocurre en un momento en que existían palabras poéticas y palabras no poéticas, temas poéticos y no poéticos. En ese momento es importante para la evolución de la poesía, para el descubrimiento de la realidad, para la incorporación de mayores perspectivas dentro del quehacer artístico. Es decir, (se trata de) ensanchar los límites estrechos a que lo habían reducido este dominio aristocratizante en el cual no se podía tratar determinados temas sino (que los otros) de por sí, a priori, ya eran poéticos. El olmo, los reyes, la rosa, eran poéticos antes de hablar de ellos. Eran los temas de cajón. Cualquiera que hablara de la alcachofa caía en lo prosaico”. Lo cual significaba la búsqueda de un nuevo lenguaje, propio y no importado, que incluyera en la poesía la considerada habla popular, o fabla salvaje al decir de Vallejo –sin ninguna intención peyorativa. Es poco más o menos lo que pretenden algunos escritores actuales, sin caer en regionalismos de costeños, andinos o amazónicos: que traten a la literatura desde su punto de vista, dando por agotados temas que aún siguen vigentes y son padecidos en el Perú y en gran parte del tercer mundo. Los poetas pueden hablar ahora de Chachapoyas, de Abancay o de Ayacucho. En aquel momento utilizar esas palabras era caer en el provincialismo. Había que hablar de grandes capitales para ser poetas universales. Entonces, estos poetas pueden ahora hablar de botellas, de alcohol, y ya no asustan a nadie porque precisamente tuvo que abrirse esa brecha de otro lenguaje” / Alejandro Romuldo:  “La generación del 50 en la literatura peruana del siglo XX”, Pág. 280. Elsa Cajas.

3.    “Alejandro Romualdo se desempeñó como profesor de literatura y estética en centros universitarios del Perú y del extranjero, como la  Universidad Nacional de Educación “La Cantuta”, Universidad de San Martín de Porres, Escuela Nacional de Bellas Artes, Universidad Nacional Autónoma de México, Universidad de La Habana, Universidad de Siena, Universidad de Barcelona, Universidad La Sorbona de París, y una breve estancia en su alma mater, San Marcos de Lima. Romualdo no sólo se distinguió como poeta, sino que bajo el impulso de su ser moral afincó su quehacer social y artístico en la ética de la solidaridad. Así, lo hemos visto tomando partido por la causa de los pobres, los explotados y excluidos. Este quehacer, el de luchador social vinculado al pensamiento y la acción de José Carlos Mariátegui y César Vallejo, le significó ceñudas persecuciones, cargamontones de calumnias tanto del sector tradicional como del stalinistas, detenciones policiales, exilio y marginación. Sólo la mezquindad propia de un medio atravesado por la crisis moral como es la que vive desde hace un buen tiempo la sociedad peruana, explica que Alejandro Romualdo todavía no tenga el reconocimiento que merece su alta poesía y jerarquía intelectual”. Ricardo Falla / Un cuerpo de poesía y arte.

                                                                       V.        OIPINIONES DE LOS CRÍTICOS

A.   Alejandro Romualdo es una voz sólida, estentórea y edificante. Su poesía es fibra descarnada y siempre revolucionaria que lo sentimos humana y hasta política. Romualdo es un poeta que ha pasado por fases variadas: desde su poesía postvanguardista en su primera etapa, mediando páginas sólidas y ser el exponente visible de la poesía “social”, hasta las inclinaciones experimentales de entorno “visual” que no ha logrado ser su cultor, en tanto es válida su opción dialéctica.
César Toro Montalvo

B.   Marcada por la actitud ecléctica del autor, la obra de Alejandro Romualdo recoge distintas influencias y las sintetiza en una fórmula muy personal: el cuidado del vocabulario evoca la estética del modernismo, en tanto la atención a los temas existenciales proviene de César Vallejo; su visión a menudo cósmica de la naturaleza recuerda la poesía de Pablo Neruda.

C.   Alejandro Romualdo… es un poeta plural, fecundo, dinámico. Su verso se mueve entre la endecha y la proclama: comenzó líricamente romántico; se transformó en románticamente oratorio y revolucionario; alcanza ahora una controlada violencia, más cateador que cursor, busca el ser tanto como el estar. Ha abdicado de su existencialismo del segundo instante; actúa cautamente entre las adversas deidades que se disputan su albedrío.
Luis Alberto Sánchez, 1975.

D.   Según la opinión del crítico Antonio Melis, que prologa la edición de Poesía íntegra, la obra poética completa de Alejandro Romualdo, en un momento de crisis y cambio este texto representa la asimilación creativa de la lección vallejiana. Romualdo intuye la solución para una poesía política que no sea celebración del presente o lamentación sobre el pasado, sino proyección utópica hacia el provenir.

E.   Según opinión de Arturo Andrés Roig, la lectura de los documentos del levantamiento muestra dos facetas en el pensamiento y la acción de José Gabriel Condorcanqui Noguera. Por un lado, los documentos exponen, de manera minuciosa, la injusta explotación a que está sometida la población indígena, sobre todo en las minas y en los obrajes textiles. Por otro lado, propone la primera gran utopía de la unidad continental, la idea de una Sudamérica; lo hace a través de un texto solemne.

F.    La torre de los alucinados, que mereció el Premio Nacional en 1949, ganó la inmediata consagración de su autor, quien se adhería al culto del vocablo sugerentemente calificado, para construir una transrealidad de origen rilkeano. Cantaba Romualdo, entonces, a personajes y objetos rescatados de la infancia, y contemplaba con melancólico desencanto la remodelación de ese mundo, una vez expuesto a los ojos del adulto. En el meollo de aquel libro, preñado de imágenes lujosas, fluía una visión del tiempo como factor recursivo, que escondía los primeros afectos, y se anunciaba como poder oscuro, ingobernable, la fuerza del amor. Los libros ulteriores: Cámara lenta (1950) y El Cuerpo que tú iluminas (1950-51) señalan una rápida evolución en la técnica e ideales estéticos. Su lenguaje enjoyado, deslumbrante, se acerca a una belleza próxima a la sencillez de la revelación, y factura una palabra que pretende sorprender la entraña de la realidad a través de su diversa y contradictoria apariencia. El poeta cincela sus palabras, pero esta vez para cancelar el esplendor de colecciones anteriores; su meta es interna, persigue el adensamiento de la lengua total; concibe el poema como unidad ajustada, de arquitectura estricta, y por ello apela a formas tradicionales de la poesía española, e inserta en ellas una problemática que cuenta de su inicial asombro al descubrir el mundo y los seres que lo moran. España Elemental (1952) en la línea de los poemarios dedicados al pueblo español, exalta su presencia histórica en una instancia intemporal, es decir, en la suma de los valores humanos. Se ha operado ya un cambio decisivo en la actitud, las motivaciones y el instrumental de la poesía de Romualdo; el influjo de Vallejo lo guía en su osada búsqueda de efectos rítmicos, de contrastes repentinos, de disonancias expresivas, pero sobre todo en la construcción de las correlaciones y su control semántico y sonoro. La infancia, la melancolía del solitario, el descubrimiento del amor, la desposesión a que nos somete el tiempo, han sido preteridos; en modo igual abandona Romualdo la atmósfera mágica, su afecto por el signo exótico y la vaga melodía que articulaba la secuencia de su desvarío fantástico. Un afán de absoluta verdad, una búsqueda de fundamentos que expliquen la hazaña y la tragedia del hombre, empieza a acuciarlo. Poesía concreta (1952-54) inaugura un período cuya poética está expuesta en "A otra Cosa".
Alberto Escobar

G.   Critica Personal. A mí el poemario  Canto Coral A Túpac Amaru me muestra la fuerza del pueblo peruano ante los españoles y como una persona no se da por vencida cuando tiene una meta fija o quiere quejarse ante los abusos de una autoridad mayor.


                                                                                                VI.        CONCLUSIÓN
Hasta hace poco, la obra de Alejandro Romualdo me era desconocida. Había escuchado de él, pero no mucho. Señas del tipo: nació en Trujillo, en 1949 ganó el Premio Nacional de Poesía, Alex Valle fue su padre, y en algún momento vivió exiliado en México. No eran datos suficientes para escribir una nota periodística sobre él, claro está, pero acepté el encargo de componer una breve nota acerca de su trabajo.
Debo mencionar que durante una semana busqué en vano sus libros. Una y otra vez consulté sobre él y muy pocos lo recordaban vagamente. «¿Es peruano?, me preguntó un librero distraído. He sentido algo de tristeza por este olvido, ya que no creo que lo merezca. Por fin, en la biblioteca De San Marcos  conseguí leer cuatro de sus poemarios, y fueron suficientes para dejarme con la sensación de que descubría a un poeta intenso.
Su libro La torre de los alucinados es notable por la ejecución y el vuelo imaginativo de sus versos. Basta citar unos cuantos para probarlo:

La infancia nos llena la cabeza de luciérnagas,
de polvo las rodillas y los ojos nos cubre
dulcemente. La infancia nos llena las manos
de globos y limosnas, la boca de pitos y azucenas
y nos cubre las espaldas con sus plumas de cigüeña.

O estos otros:
¡Oh la tarde en su capa colorada
un estoque de luna me perfila
para hundir en mi sueño la estocada!

Aquí la obra de Romualdo es romántica, de formas clásicas, como la de Rilke, con una inclinación hacia lo onírico que recuerda, a veces, a la de Eguren. Sin embargo, es de índole robusta y sensual, rasgos que la distinguen y se dejarán ver con mayor claridad en los libros siguientes. Por ejemplo, en El cuerpo que tú iluminas, donde, refiriéndose a la poesía, dice:

Yo te devuelvo, amor mío, como un espejo desierto
en cuyas entrañas están las cenizas de donde Tú renaces.
Yo te devuelvo amor, mi vientre se renueva sin cesar.
Tú te ocultas y muerdes, entonces, como una ola gloriosa,
llena de dulzura y vigor.

Y más adelante:
He aquí mi cuerpo, roído por las estrellas,
pálido y silencioso como un dios que ha cesado
y que Tú arrastras, borrándolo, como el mar o la muerte.

Como se aparecía, Romualdo tuvo desde temprano, en una época dominada por la sombra inmensa de Vallejo, el coraje de marcar un rumbo de lobo solitario. Ahora bien, como todo hombre tuvo un eje que, asimismo, fue su fuerza motriz: el propio cuerpo. Ese fue el nutriente de su trabajo. Partiendo de lo sensorial, edificó su arte. Desde un cuerpo que percibe, que experimenta los hechos y los muda en palabras que se alejan del último sufrimiento o del primer gozo, pero que jamás pierden el vínculo que las une, como a través de un cordón umbilical, con todo lo humano y lo terrestre.
No es trivial anotarlo. Jamás fue un poeta inconcreto ni profesó la pureza, aunque abunde en alegorías. Aun cuando habla de sueños, tiene un propósito y traza objetos y personajes. Que con los años Romualdo se inclinase hacia la inquietud social no fue, pues, una ruptura con su poética originaria, sino un paso lógico en su derrotero. Podía hablar de cisnes y rosas, pero su punto de partida siempre fue una vivencia entrañable del avatar de nuestro mundo físico.
Por eso mismo no fue un militante vulgar ni resentido. Como Albert Camus, entendió que la belleza es la mayor de las rebeldías en una sociedad sin ternura ni compasión. Ese fue el meollo de su compromiso. Y su utopía, si bien nacida desde la atormentada experiencia de la injusticia, fue la vieja y noble utopía de la hermandad y el amor entre los seres humanos.
Acaso estos versos del libro Edición extraordinaria lo expliquen mejor:

Si me quitaran una pierna
bailaría en un pie.
Si me quitaran un ojo
lloraría en un ojo.
Si me quitaran un brazo
me quedaría el otro,
para saludar a mis hermanos,
para sembrar los surcos de la tierra,
para escribir todas las playas del mundo con tu nombre,
/amor mío.

O los siguientes (que recuerdan un poquito a los que escribió Lorca en Nueva York), hurtados a la mala de Cuarto mundo:

AQUÍ YACE SAM BROWN. Aquí descansa su rueda pálida,
la que hacía girar sencillamente bajo sus pies como
un planeta o una ola.
Lejos de su infancia silvestre, de la fiebre sexual, del
tambor y de la danza hirviente.
Lejos. Dejó su infancia de leopardos y grullas y flores exóticas.
Aquí yace, más frío que la luna, más triste que el vino,
derramado y oscuro como un vaso de miel para todas las
moscas de la destrucción.
Una familia de arlequines le reza. Los astros del circo lloran
y se apagan…
(…)

Pidamos que la muerte no nos deje decir nada.
Pidamos que la muerte nos separe, nos desgaje suavemente.
Pidamos que nos haga desaparecer como un ilusionista.
Roguemos porque la muerte llegue como el extraño que nos pregunta por la hora.
Porque Sam Brown ya no se mueve.
Porque aquí yace Sam Brown como un girasol ciego.

Pienso en un dato curioso: los investigadores afirman que los sueños nos ayudan a prevenir la locura, ya que tanta sensatez en la vigilia es, en muchos aspectos, antinatural. De un modo semejante puedo decir que el equivalente culto de nuestros sueños es la poesía, que a un tiempo exige inteligencia y resucita en cada cuerpo lo que de más primitivo tiene, para marcarlo con pasión, tristeza o benevolencia. Esto, sin duda, lo consigue Romualdo en divresas parcelas de su quehacer estético. Y es un alto mérito que muy pocos artistas tienen el privilegio de alcanzar.

                                                                                            VII.        BIBLIOGRAFÍA



Ø  Sánchez, Luis Alberto: La literatura peruana. Derrotero para una historia cultural del Perú, tomo V, pp. 1581-1582. Cuarta edición y definitiva. Lima, P. L. Villanueva Editor, 1975.

Ø  Tauro del Pino, Alberto: Enciclopedia Ilustrada del Perú. Tercera Edición. Tomo 17, VAC/ZUZ. Lima, PEISA, 2001.ISBN 9972-40-166-9

Ø  Toro Montalvo, César: Manual de Literatura Peruana, Tomo II, p. 1452. A.F.A. Editores Importadores S.A. Tercera edición, corregida y aumentada, 2012. Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2012-03529.

Ø  Vargas Llosa, Mario: El pez en el agua. Memorias. Editorial Seix Barral, S. A., 1993. ISBN 84-322-0679-2

                                                                                                    VIII.        ANEXOS








MAYO MES DE LAS MADRES






Las primeras celebraciones del Día de la Madre se remontan a la antigua Grecia, donde se le rendían honores a Rea, la madre de los dioses ZeusPoseidón y Hades.

Igualmente los romanos llamaron a esta celebración Hilaria cuando la adquirieron de los griegos. Se celebraba el 15 de marzo en el templo de Cibeles y durante tres días se realizaban ofrendas.

Los católicos transformaron estas celebraciones para honrar a la Virgen María, la madre de Jesús. En el santoral católico el 8 de diciembre se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción, fecha que los católicos adoptaron para la celebración del Día de la Madre.

En Inglaterra hacia el siglo XVII, tenía lugar un acontecimiento similar, también relacionado con la Virgen, que se denominaba Domingo de las Madres. Los niños concurrían a misa y regresaban a sus hogares con regalos para sus progenitoras. Además, como muchas personas trabajaban para gente acaudalada y no tenían la oportunidad de estar en sus hogares, ese Domingo se le daba el día libre para visitar a sus familias.


En 1870 la poetisa y activista Julia Ward Howe escribió la Proclama del Día de la Madre, un apasionado llamado a la paz y al desarme. Durante un par de años, Ward Howe empeñó sus esfuerzos en llevar a cabo un congreso de esta naturaleza.

De todos modos, en 1873, mujeres en 18 ciudades estadounidenses realizaron una reunión del Día de la Madre. Boston lo siguió celebrando durante al menos una década más. Al paso de los años, se fueron apagando más festejos. Howe continuó trabajando por otras vías por los derechos de las mujeres y por la paz.6 El 12 de mayo de 1907 Ana Jervis dos años después de la muerte de su madre, quiso conmemorar el fallecimiento y organizó un Día de la Madre para hacerlo. A partir de entonces encabezó una activa campaña que fue extendiéndose a todo el territorio de los Estados Unidos.

Finalmente, siete años después el presidente Woodrow Wilson declaró en el año 1914, el Día de la Madre como el segundo domingo de mayo en Estados Unidos. Así fue gestado el día internacional de la madre que después fue encontrando eco en otros países que lo adoptaron hasta tenerse la celebración conocida en la actualidad.

Por su parte, en Argentina y Brasil el Día de la Madre se festeja el tercer domingo de octubre.




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