PLAN NACIONAL DE EDUCACIÓN - PERÚ
Plan Nacional de Educación Para Todos 2005-2015, Perú : hacia una educación de calidad con equidad brinda a todas las personas oportunidades educativas de aprender con calidad es la apuesta permanente del MED y, por ello, el Plan Nacional de Educación Para Todos 2005-2015, Perú constituye un referente y pieza central de nuestro accionar.
Hace un diagnóstico en relación con los seis objetivos de la Educación para Todos y expone el Plan de Acción del Foro Nacional de Educación para Todos, que tiene como mira la construcción de una propuesta de equidad y calidad educativa para nuestro país, y que supone que la sociedad y el Estado asuman el compromiso y la corresponsabilidad en la tarea educadora.
ALEJANDRO RUMUALDO (monografía)
I.
INTRODUCCIÓN
Alejandro
Romualdo Valle Palomino (Trujillo, 19 de
diciembre de 1926 – Lima, 27 de mayo de 2008)
Fue
un poeta, dibujante, profesor y periodista peruano.
Murió con sus 81 años de edad, el autor
del conocido ‘Canto Coral a Túpac Amaru’, su cadáver fue encontrado tendido
sobre el piso de su dormitorio, en medio de revistas y libros regados a su
alrededor. Los familiares, que descubrieron el cadáver, declararon no creer que
el poeta haya muerto como consecuencia de un suicidio o enfermedad y añadieron
creer que pudo ser víctima de un asalto.
Pertenece
a la Generación del 50 y representa a la tendencia social de la
poesía hispanoamericana. Dentro de sus libros destacan La torre de los
alucinados, El movimiento y el sueño, Cuarto mundo y Mapa
del paraíso. Su composición más conocida es Canto coral a Túpac Amaru, que
es la libertad. Pese a que su obra ha tenido poca difusión en el Perú y el
mundo, es uno de los poetas más importantes del siglo XX en América
Latina.
II.
BIOGRAFÍA
Su
nombre completo fue Alejandro Romualdo Valle Palomino. Nació el 19 de diciembre
de 1926 en Trujillo y murió el 27 de mayo de 2008 en Lima. Poeta peruano,
característico representante de la generación del 50 de la literatura peruana.
- 2.1. ¿Quién fue Alejandro Romualdo?
Estudió
literatura en la Universidad, Nacional Mayor de San Marcos y ganó el Premio
Nacional de Poesía en 1949. Estudió también en la Universidad de Madrid en
1951. Cuando regresó a Lima, se desempeñó como profesor de varias generaciones
de periodistas en la Universidad de San Martín de Porres además convertido al
compromiso político, al marxismo y a la revolución. Se orientó entonces a
la poesía social, caracterizada por el uso de la palabra fuerte, de la
temática revolucionaria y de la lucha existencial del hombre. Mario Vargas
Llosa, que por esos años era también alumno en San Marcos, lo recuerda
así: «…en un recital que hubo en San Marcos, en el que participaron varios
poetas, Romualdo fue la estrella, arrancando sobre todo con su
efectista Canto coral a Túpac Amaru, que es libertad ovaciones que
convirtieron al salón de San Marcos poco menos que en un mitin político. Eran
los días del gobierno dictatorial del general Manuel A. Odría,
que reprimía severamente a los apristas y comunistas.
Se
dedicó a la docencia y al periodismo. Colaboró en los diarios La
Crónica y La Prensa, y en las revistas Cultura
Peruana e Idea. Sus poesías, artículos y caricaturas, aparecen
firmados con su prenombre de Alejandro Romualdo; también con su apodo
de Xanno. Tuvo poca difusión en el Perú y en el mundo pero es uno de los
poetas más importantes del siglo XX de América Latina.
En
1976 ganó el premio del Festival OTI con su poema
titulado Quiero salir al sol, musicalizado por Ernesto Pollarolo e
interpretado por Fernando Llosa. Colaboró en la revista de artes y
letras Hueso Húmero (1987, 1990).
La
noche del 27 de mayo de 2008, el poeta fue hallado sin vida en su vivienda del
distrito limeño de San Isidro. Se cree que murió víctima de una afección
cardíaca.
Se
puede destacar en su biografía, algunas de sus obras más famosas. Las más
importantes son: Cámara lenta de 1950, La torre de los alucinados de 1951,
Desde abajo 1961, Como Dios manda 1967, El movimiento y el sueño de 1971,
Poemas de 1975 y Poesía íntegra del año 1986. No le tocó ser un escritor
renombrado en su época. Sin embargo dejó tras de sí una obra encomiable de gran
significado que puede ser revalorado al día de hoy, como la otra de un escritor
crítico y sensible.
- 2.2. Vida de Alejandro Romualdo
Fue
la de un escritor ecléctico en su labor, Alejandro Romualdo. En este recogió
influencias y las sintetizó de una manera muy personal. Cuidó el vocabulario,
evocó la estética, recuerda en sus temas existenciales a César Vallejo, y su
visión cósmica nos recuerda al inolvidable Pablo Neruda. Su libro, Poesía
Concreta escrito en 1952, configura desde ya su actitud crítica ante la
realidad social. Romualdo se expresa con destreza, con formas y estrofas
clásicas adecuándolas a nuevos y profundos significados. A menudo su técnica
coloquial de la oración recibe nuevos sentidos otorgados por él en su manejo de
la significación. Con el libro Edición Extraordinaria en 1958, se vale de la
poesía como instrumento no solamente de propaganda política sino también de agitación.
Se persigue en esto una vinculación con sus convicciones marxistas. Sin
renunciar a sus principios, Romualdo acudió a otras manifestaciones estéticas,
como se muestra en Cuarto Mundo escrito en 1972, y en Extensión de la Palabra
de 1974, poema libro en que experimenta elementos gráficos y visuales y lo
acerca de alguna manera a la lírica de Octavio paz. El crítico César Toro
Montalvo definió que Alejandro Romualdo fue una voz sólida, clamorosa y
edificante. Su poesía es como una fibra descarnada y siempre revolucionaria
donde la sentimos humana y hasta política. Romualdo ha pasado por fases
variadas, desde su poesía post vanguardista en su primera etapa, mediando
sólidas páginas donde es visible la poesía social hasta estratos experimentales
de entorno virtual, que es válida en su opción dialéctica. La noche del 27 de
mayo de 2008, Alejandro Romualdo fue hallado sin vida en su vivienda del
distrito limeño de San Isidro.
III.
OBRAS
- Ø La torre de los alucinados (1949). Premio Nacional de Poesía 1949.
- Ø Cámara lenta (Lima, 1950)
- Ø El cuerpo que tu iluminas (Lima, 1950)
- Ø Mar de fondo (Lima, 1951)
- Ø España elemental (Lima, 1952)
- Ø Poesía concreta (Lima, 1952)
- Ø Poesía 1945- 1954 (Lima, 1954), antología que reúne siete poemarios hasta entonces inéditos, comenzando por La torre de los alucinados.
- Ø Edición extraordinaria (Lima, 1958), del que forma parte su célebre Canto coral a Túpac Amaru, que es la libertad.
- Ø Desde abajo (1961) que reproduce las colecciones tituladas Mar de fondo, España elemental y Poesía concreta.
- Ø Como Dios manda (México, 1967)
- Ø Cuarto mundo (Buenos Aires, 1970)
- Ø Poesía de Alejandro Romualdo (Antología) [La Habana, 1971]
- Ø El movimiento y el sueño (Lima, 1971)
- Ø En la extensión de la palabra (Lima, 1974)
- Ø Poesía íntegra (Lima, 1986)
- Ø Mapa del paraíso (Salamanca, 1998)
- Ø Ni pan ni circo / Ne pane Ne circo (Siena, 2002)
- Ø Antología general de la poesía peruana (1957) en colaboración con Sebastián Salazar Bondy.
3.1. Resumen de sus obras más destacadas
3.1.1.
Poema Canto Coral A
Túpac Amaru
Lo harán volar con dinamita.
En masa, lo cargarán, lo arrastrarán.
A golpes le llenarán de pólvora la boca,
lo volarán: ¡Y no podrán matarlo!
Le pondrán de cabeza.
Arrancarán sus deseos, sus dientes y sus gritos.
Lo patearán a toda furia.
Luego lo sangrarán.¡Y no podrán matarlo!
Coronarán con sangre su cabeza;
sus pómulos, con golpes.
Y con clavos, sus costillas.
Le harán morder el polvo.
Lo golpearán: ¡Y no podrán matarlo!
Le sacarán los sueños y los ojos.
Querrán descuartizarlo grito a grito.
Lo escupirán.
Y a golpe de matanza lo clavarán:
¡y no podrán matarlo!
Lo pondrán en el centro de la plaza,
boca arriba, mirando al infinito.
Le amarrarán los miembros.
A la mala tirarán:¡Y no podrán matarlo!
Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.
Querrán descuartizarlo, triturarlo,
mancharlo, pisotearlo, desalmarlo.
Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.
Al tercer día de los sufrimientos
cuando se crea todo consumado,
gritando ¡LIBERTAD! sobre la tierra,
ha de volver.¡Y no podrán matarlo!
En masa, lo cargarán, lo arrastrarán.
A golpes le llenarán de pólvora la boca,
lo volarán: ¡Y no podrán matarlo!
Le pondrán de cabeza.
Arrancarán sus deseos, sus dientes y sus gritos.
Lo patearán a toda furia.
Luego lo sangrarán.¡Y no podrán matarlo!
Coronarán con sangre su cabeza;
sus pómulos, con golpes.
Y con clavos, sus costillas.
Le harán morder el polvo.
Lo golpearán: ¡Y no podrán matarlo!
Le sacarán los sueños y los ojos.
Querrán descuartizarlo grito a grito.
Lo escupirán.
Y a golpe de matanza lo clavarán:
¡y no podrán matarlo!
Lo pondrán en el centro de la plaza,
boca arriba, mirando al infinito.
Le amarrarán los miembros.
A la mala tirarán:¡Y no podrán matarlo!
Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.
Querrán descuartizarlo, triturarlo,
mancharlo, pisotearlo, desalmarlo.
Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.
Al tercer día de los sufrimientos
cuando se crea todo consumado,
gritando ¡LIBERTAD! sobre la tierra,
ha de volver.¡Y no podrán matarlo!
3.1.2.
El cuerpo que tu
iluminas
Porque eres como el sol de los ciegos,
Poesía,
profunda y terrible luz que adoro diariamente.
Mis ojos se queman como los ojos de las estatuas
mi corazón padece como una vaso de vino un armario.
Tú eres un puente de agonía, un mar animado
de agua viva y palpitante. Tú te alzas y brillas:
yo giro alrededor de ti; alta y pura te miro
como los perros a la luna, como un semáforo para morir.
¡Oh Poesía incesante, mi buitre cotidiano,
me tocó servirte en el reparto de sufrimientos:
como un niño exploraba las tierras pálidas del sol.
¡Oh Poderosa! Yo soy para ti uno de los miembros
de esta numerosa familia sideral
compuesta de padres e hijos milenarios.
Yo soy para ti la noche: Tú me enciendes,
ardo en el vientre universal,
rabio con las olas y las nubes,
escribo al girasol que me ama diariamente deslumbrado.
Yo te devuelvo, amor mío, como un espejo desierto
en cuyas entrañas están las cenizas de donde Tú renaces.
Yo te devuelvo amor, mi vientre se renueva sin cesar.
Tú te ocultas y muerdes, entonces, como una ola gloriosa, llena de dulzura y vigor.
¡Oh Poesía, mi rayo divino y cruel, clava tu pico,
devora el fuego que me abate, apaga esta zarza inmortal!
He aquí mi cuerpo, roído por las estrellas,
pálido y silencioso como un dios que ha cesado
y que Tú arrastras, borrándolo, como el mar o la muerte.
profunda y terrible luz que adoro diariamente.
Mis ojos se queman como los ojos de las estatuas
mi corazón padece como una vaso de vino un armario.
Tú eres un puente de agonía, un mar animado
de agua viva y palpitante. Tú te alzas y brillas:
yo giro alrededor de ti; alta y pura te miro
como los perros a la luna, como un semáforo para morir.
¡Oh Poesía incesante, mi buitre cotidiano,
me tocó servirte en el reparto de sufrimientos:
como un niño exploraba las tierras pálidas del sol.
¡Oh Poderosa! Yo soy para ti uno de los miembros
de esta numerosa familia sideral
compuesta de padres e hijos milenarios.
Yo soy para ti la noche: Tú me enciendes,
ardo en el vientre universal,
rabio con las olas y las nubes,
escribo al girasol que me ama diariamente deslumbrado.
Yo te devuelvo, amor mío, como un espejo desierto
en cuyas entrañas están las cenizas de donde Tú renaces.
Yo te devuelvo amor, mi vientre se renueva sin cesar.
Tú te ocultas y muerdes, entonces, como una ola gloriosa, llena de dulzura y vigor.
¡Oh Poesía, mi rayo divino y cruel, clava tu pico,
devora el fuego que me abate, apaga esta zarza inmortal!
He aquí mi cuerpo, roído por las estrellas,
pálido y silencioso como un dios que ha cesado
y que Tú arrastras, borrándolo, como el mar o la muerte.
3.1.3.
Ni pan ni circo
Primera edición peruana de un libro que salió hace 3 años
en Italia, en una versión bilingüe. Alejandro Romualdo, y lo demuestra una vez
más con este Ni pan ni circo, es un poeta heterogéneo, versátil, capaz de
experimentar con el montaje de los versos y el lenguaje y ser comprometido,
pero también capaz de ser puro, en el mejor sentido del término. Ni pan ni
circo consta de cinco secciones con temperaturas líricas y temáticas distintas,
que recogen y sintetizan, de alguna manera, las mayores virtudes del poeta,
como su capacidad para hacer de la dicción clásica y del ímpetu político,
cargado de denuncia, una sola cosa. Aquí unos versos más que pertinentes para
el momento: "Escucha, Oh Magnanimus, al esclavo / que ayer sostuvo tu
corona / y hoy te murmura a la oreja / piadosamente: / 'Proteged a los leones,
proteged a los leones.
3.1.4.
La
poesía comprometida de Alejandro Romualdo
SEMBLANZA
En el primer libro de Alejandro Romualdo, La torre de los
alucinados, aparte de la presencia de Eielson puede advertirse la de Rilke; sin
embargo, ese texto ya era profundamente original y tiene como especial
característica la reminiscencia de una infancia feliz; ese mundo invocado y
embellecido por la palabra de Romualdo tiene connotaciones religiosas. El lenguaje
utilizado es a ratos edulcorado, pero en ocasiones muestra ya esa tendencia a
evidenciar la realidad que caracterizaría a su poesía posterior.Después, en
contacto con algunos poetas españoles como Alonso, Aleixandre, Bousoño y
especialmente Otero, la poesía de Romualdo se transforma y se torna
materialista. En los años 50/52, la poesía de Romualdo se distinguirá todavía
por una preocupación de orden religioso; la divinidad aparece hermanada con el
hombre, y más aún, inventada por él. Después, en el poemario España elemental,
el tema es el dolor por el sufrimiento del pueblo español. Formalmente, la
poesía de Romualdo recurre al ritmo acezante a través de cesuras
encabalgamientos sorpresivos; en ocasiones recurre a formas tradicionales como
el soneto; en otros casos, dentro del soneto, realiza las operaciones
mencionadas: encabalgamientos, cesuras, aliteraciones. El recurso formal más
importante de Romualdo es lo que Bousoño llama la ruptura del sistema y es
realizado más en el plano semántico que en el sintáctico. Toda esta primera
fase de la poesía de Romualdo culmina con Cámara lenta (1950) y El cuerpo que
tú iluminas (1951).Una segunda fase de la producción de Romualdo es la que se
inicia con Edición extraordinaria (1958), donde el poeta recurre al lenguaje
periodístico, de la frase hecha, impactante, directa. Algunos críticos
escogieron los poemas menos logrados del libro para llamar la atención sobre
cómo la poesía social peruana había caído en lo que llamaban "un callejón
sin salida". No se percataban de que no es el procedimiento el que hay que
mirar sino el logro del poema. Basta decir al lector de hoy que el "Canto
coral a Túpac Amaru", tan celebrado, pertenece a este poemario. De otro
lado, Romualdo, al utilizar técnicas periodísticas para escribir poemas, está
haciendo lo mismo que en esos años empezaban a hacer Nicanor Parra en Chile y
Ernesto Cardenal en Nicaragua. La poesía posterior de Romualdo recoge sus
virtudes iniciales, pero está hecha con una mano de más experiencia y oficio,
un buen ejemplo es el libro Cuarto mundo. Otro tipo de poesía que ha ido
ganando el interés de Romualdo es la espacial, en la que ha conseguido hermosos
logros. Así, este poeta considerado con justicia como el más representativo de
la tendencia social, es decir, aristotélico, realista, comprometido, muestra
sus coincidencias en las búsquedas con poetas finalmente tan diferentes como
Sologuren y Eielson.
3.1.5.
Se me quitaron
totalmente todo
Si me quitaran totalmente todo
si, por ejemplo, me quitaran el saludo
de los pájaros, o de los buenos días
del sol sobre la tierra
me quedaría
aún
una palabra. Aún me quedaría una palabra
donde apoyar la voz.
Si me quitaran las palabras
o la lengua
hablaría con el corazón
en la mano,
o con las manos en el corazón.
Si quitaran una pierna
bailaría en un pie.
Si me quitaran un ojo
lloraría en uno ojo.
Si me quitaran un brazo
me quedaría el otro,
para saludar a mis hermanos,
para sembrar los surcos de la tierra,
para escribir todas las playas del mundo, con tu nombre
amor mío.
si, por ejemplo, me quitaran el saludo
de los pájaros, o de los buenos días
del sol sobre la tierra
me quedaría
aún
una palabra. Aún me quedaría una palabra
donde apoyar la voz.
Si me quitaran las palabras
o la lengua
hablaría con el corazón
en la mano,
o con las manos en el corazón.
Si quitaran una pierna
bailaría en un pie.
Si me quitaran un ojo
lloraría en uno ojo.
Si me quitaran un brazo
me quedaría el otro,
para saludar a mis hermanos,
para sembrar los surcos de la tierra,
para escribir todas las playas del mundo, con tu nombre
amor mío.
IV.
CRÓNICA
1. Y
dijo el poeta: “Neruda es carnudo, Vallejo huesudo” aquella noche en La Noche y
todos callamos. Alejandro Romualdo había llegado al bar La Noche del Centro de
Lima –quedaba frente al Queirolo en el Jr. Camaná como una aparición arrastrado
por el ímpetu de la también poeta Alessandra Tenorio. Ella era jefa de las
actividades del antro y había organizado ese verano del 20o3 el ciclo “Vida y
literatura: Generación del 50 Homenaje a Alejandro Romualdo”. Y Romualdo, quien
murió tiempo después, era intratable para las entrevistas. Los que lo
conocíamos, nos quedamos más que sorprendidos. Ahí estaba Romualdo, con su
traje azul y su camisa a cuadros, de bigotes a charro mexicano y su sabiduría.
Ahí estaba y luego se ausentó para siempre. De esa vez es la foto donde
aparecemos con los poetas Marco Martos, Washington Delgado y los jóvenes
Alessandra y Víctor Ruiz Velazco. A Romualdo se lo vio un par de veces más en
público. Luego, se fue incendiando en su fuego. Todos los fuegos.
Alejandro
Romualdo Valle había nacido en Trujillo en 1926 y ya en 1949 gana el
Premio Nacional de Poesía “José Santos Chocano” con La torre de los alucinados,
libro que publicara dos años después. Precoz, fue heredero de poetas
contrastados como Rainer María Rilke, Jorge Eduardo Eielson, José María Eguren
y su caro César Vallejo. Con los poetas Gustavo Valcárcel y Juan Gonzalo Rose
en los 50 atraviesan la trocha de la llamada poesía social y son apestados,
malditos y expulsados del parnaso regio de la poesía nacional. Romualdo vivió
intensamente los primeros años de la década del 50 cuando fue becado por el
Instituto de Cultura Hispánica y viajó a España y estuvo en la Italia de
aquellos años donde se consolidaba el cine del neorrealismo y e igual como
ocurrió con Paco Bendezú, se enamoró de actrices como Gina Lollobrigida, Sophia
Loren, Silvana Mangano, Anna Magnani. Es decir, se hizo de un respaldo cárnico
talentoso. De aquellos años felices son los hallazgos de Blas de Otero, de la
ironía que vidrian, del desarraigo y la pasión de vivir. Cuando volvió al Perú
le dieron con la horma de su zapato.
Romualdo
fue poeta intenso y de carácter enérgico. El crítico Alberto Escobar decía que
sus verso, templados y enriquecidos, se tornaban militantes. Que su gesto
vital, enérgico, le insuflaba un dinamismo que fluía del encabalgamiento y la
enumeración, recursos a los que sumaba la ruptura de sintagmas lexicalizados, y
el atrevimientos desenvuelto —y aquí ingresa la impronta de Quevedo— con el que
reinstala en la lengua, una frescura que punza en la realidad y la recrea. Que
su ritmo interior y la visión unitaria, inspirados en la herencia de Poemas
Humanos, consiguen en esta poesía los mejores ecos de la revuelta estilística
que impulsó Vallejo. Fue después, a finales de los 60 que Romualdo incursiona
en una poesía distinta, más acorde con los tiempos, recogiendo los aportes de
autores como Ernesto Cardenal, Nicanor Parra y Octavio Paz.
Romualdo
fue un comunista cabal. Ahí su militancia en el PC. Dice el poeta Ricardo Falla
quien lo acompañó en sus últimos días, que los poetas de la generación del 50,
tuvieron como situación a la dictadura obrerista, caracterizada por el
antiaprismo y anticomunismo, por la persecución policial, encarcelamiento
o deportación a los opositores, por la censura de libros y quema a los que
consideraba subversivos, la prohibición de circulación de la prensa
democrática, por el cierre de espacios de discusión como fue el receso para el
dictado de clases de la Universidad Mayor de San Marcos, incluyendo la
deportación de su Rector, el Dr. Luis Alberto Sánchez, la casi nula actividad
sindical, etc. Así, se prohibió la circulación por todo el territorio nacional
de los 7 ensayos de J.C. Mariátegui, la Antología de César Vallejo que editara
Xavier Abril en Buenos Aires en 1942, el Antiimperialismo y el apra de Haya de
la Torre, etc. Y, en el plano internacional por el inicio de la guerra fría,
con la guerra de Corea como telón de fondo, cuyo significado en el Perú, fue la
aplicación de la política izquierdista, que consistía en “cerrar” todos los
espacios al “pensamiento marxista” y “apro comunista”. Así pues, los
poetas del cincuenta, no obstante, reivindicaron como paradigma a César
Vallejo, asumieron como propuesta filosófica las tesis del “compromiso
existencial” o las del marxismo.
Eran
jodidos esos tiempos. Romualdo fue muy amigo de mi padre, relación que venía
por línea de Sandro Mariátegui, gran editor de la obra mariateguiana y que
también lo publicó a Romualdo en la editorial Minerva. El poeta lo frecuentaba
en la pequeña librería del viejo en el Parque Universitario. Yo lo recuerdo
joven, caminando entre los árboles, en esa Lima de los sesenta, y a los gritos
explicando de la estética del realismo social, de sus asertos en poesía y
política. Alcanzo a escucharlo decir que la URSS ganaría la carrera espacial y
que Fellini era un genio. Eran los años que llegaron ya –aunque de manera
caleta—los libros marxista de imprentas soviéticas y chinas. Maravilloso olor
de la revista Pekín informa, de incendiarias proclamas y su incomparable
perfume a arroz. Y luego en los chifas de la calle Capón, con soperas gigantes
y pisco y además vinos sauternes.
Y
la casa es celeste. Está a media cuadra del Olivar de San Isidro y tiene una
puerta negra de metal casi como ingresar al cielo. La casa en la primera cuadra
de la calle Ernesto Plascencia, al 152, en el distrito de San Isidro. Ha pasado
una punta de años. Romualdo vive refugiado porque un hada persecutoria lo ha
poseído. No quiere hablar con nadie. Encerrado voluntario, ahora pinta. Antes
los hizo con el seudónimo de Xano. En los 90 trabajamos juntos en el diario
Pagina Libre de Guillermo Thorndike, él, como ilustrador. El “gringo” también
ilustre habitante del panteón nacional, lo admiraba. La revista Martín, luego,
le dedicó un número especial al poeta. Y de aquella vez es el alborotó que
formó su presencia. Algún periodista dijo: “es el Salinger peruano” y lo único
que había leído era su Canto coral a Túpac Amaru, de cual Romualdo, medio como
que se avergonzaba. La casa era celeste pálido como el cielo. Ahí lo
encontraron muerto un 27 de mayo de 2008. Solo, independizado.
Y
dijo el poeta: “Neruda es carnudo, Vallejo huesudo” aquella noche en La Noche y
todos callamos. Y decía que Neruda y su Residencia en la tierra era ejemplar y
eso que es un denso poema. Pero que Vallejo es más importante. Que Neruda se
movía en un lenguaje corriente, cotidiano pero que Vallejo crea un lenguaje
poético. La creación total del lenguaje. Por ello, contaba, Picasso, que era
muy sabio, le hizo tres retratos –y ninguno a Neruda—e igual que pintó a Eluard
y a Breton. Yo no lo vi más. Todavía está en mi memoria aquella lectura de
poemas de Romualdo. Imponente y rotundo. No hubo muchos espectadores, la poesía
no tiene masas, tiene contundencia. Romualdo, luego de 20 publicaría en
el 2006 su libro Ni pan ni circo. Pocos se han detenido en el análisis de toda
su obra compleja. Quizá así sigue vive, intenso, provocador y eterno.
2. “La
aparición de la poesía social, ocurre en un momento en que existían palabras
poéticas y palabras no poéticas, temas poéticos y no poéticos. En ese momento
es importante para la evolución de la poesía, para el descubrimiento de la
realidad, para la incorporación de mayores perspectivas dentro del quehacer
artístico. Es decir, (se trata de) ensanchar los límites estrechos a que lo
habían reducido este dominio aristocratizante en el cual no se podía tratar
determinados temas sino (que los otros) de por sí, a priori, ya eran poéticos.
El olmo, los reyes, la rosa, eran poéticos antes de hablar de ellos. Eran los
temas de cajón. Cualquiera que hablara de la alcachofa caía en lo prosaico”. Lo
cual significaba la búsqueda de un nuevo lenguaje, propio y no importado, que
incluyera en la poesía la considerada habla popular, o fabla salvaje al decir
de Vallejo –sin ninguna intención peyorativa. Es poco más o menos lo que
pretenden algunos escritores actuales, sin caer en regionalismos de costeños,
andinos o amazónicos: que traten a la literatura desde su punto de vista, dando
por agotados temas que aún siguen vigentes y son padecidos en el Perú y en gran
parte del tercer mundo. Los poetas pueden hablar ahora de Chachapoyas, de
Abancay o de Ayacucho. En aquel momento utilizar esas palabras era caer en el
provincialismo. Había que hablar de grandes capitales para ser poetas
universales. Entonces, estos poetas pueden ahora hablar de botellas, de
alcohol, y ya no asustan a nadie porque precisamente tuvo que abrirse esa
brecha de otro lenguaje” / Alejandro Romuldo: “La generación del 50 en la
literatura peruana del siglo XX”, Pág. 280. Elsa Cajas.
3. “Alejandro
Romualdo se desempeñó como profesor de literatura y estética en centros
universitarios del Perú y del extranjero, como la Universidad Nacional de
Educación “La Cantuta”, Universidad de San Martín de Porres, Escuela Nacional
de Bellas Artes, Universidad Nacional Autónoma de México, Universidad de La
Habana, Universidad de Siena, Universidad de Barcelona, Universidad La Sorbona
de París, y una breve estancia en su alma mater, San Marcos de Lima. Romualdo
no sólo se distinguió como poeta, sino que bajo el impulso de su ser moral
afincó su quehacer social y artístico en la ética de la solidaridad. Así, lo
hemos visto tomando partido por la causa de los pobres, los explotados y
excluidos. Este quehacer, el de luchador social vinculado al pensamiento y la
acción de José Carlos Mariátegui y César Vallejo, le significó ceñudas
persecuciones, cargamontones de calumnias tanto del sector tradicional como del
stalinistas, detenciones policiales, exilio y marginación. Sólo la mezquindad
propia de un medio atravesado por la crisis moral como es la que vive desde
hace un buen tiempo la sociedad peruana, explica que Alejandro Romualdo todavía
no tenga el reconocimiento que merece su alta poesía y jerarquía intelectual”.
Ricardo Falla / Un cuerpo de poesía y arte.
V.
OIPINIONES
DE LOS CRÍTICOS
A. Alejandro
Romualdo es una voz sólida, estentórea y edificante. Su poesía es fibra
descarnada y siempre revolucionaria que lo sentimos humana y hasta política.
Romualdo es un poeta que ha pasado por fases variadas: desde su poesía
postvanguardista en su primera etapa, mediando páginas sólidas y ser el
exponente visible de la poesía “social”, hasta las inclinaciones experimentales
de entorno “visual” que no ha logrado ser su cultor, en tanto es válida su
opción dialéctica.
César
Toro Montalvo
B. Marcada por la actitud ecléctica del autor, la obra de
Alejandro Romualdo recoge distintas influencias y las sintetiza en una fórmula
muy personal: el cuidado del vocabulario evoca la estética del modernismo, en
tanto la atención a los temas existenciales proviene de César Vallejo; su
visión a menudo cósmica de la naturaleza recuerda la poesía de Pablo Neruda.
C. Alejandro
Romualdo… es un poeta plural, fecundo, dinámico. Su verso se mueve entre la
endecha y la proclama: comenzó líricamente romántico; se transformó en
románticamente oratorio y revolucionario; alcanza ahora una controlada
violencia, más cateador que cursor, busca el ser tanto como el estar. Ha
abdicado de su existencialismo del segundo instante; actúa cautamente entre las
adversas deidades que se disputan su albedrío.
Luis Alberto
Sánchez, 1975.
D. Según
la opinión del crítico Antonio Melis, que prologa la edición de
Poesía íntegra, la obra poética completa de Alejandro Romualdo, en un momento
de crisis y cambio este texto representa la asimilación creativa de
la lección vallejiana. Romualdo intuye la solución para una poesía política que
no sea celebración del presente o lamentación sobre el pasado, sino proyección
utópica hacia el provenir.
E. Según
opinión de Arturo Andrés Roig, la lectura de los documentos del
levantamiento muestra dos facetas en el pensamiento y la acción de
José Gabriel Condorcanqui Noguera. Por un lado, los documentos exponen, de
manera minuciosa, la injusta explotación a que está sometida la población indígena,
sobre todo en las minas y en los obrajes textiles. Por otro lado, propone la
primera gran utopía de la unidad continental, la idea de una Sudamérica; lo
hace a través de un texto solemne.
F. La
torre de los alucinados, que mereció el Premio Nacional en 1949, ganó la
inmediata consagración de su autor, quien se adhería al culto del vocablo
sugerentemente calificado, para construir una transrealidad de origen rilkeano.
Cantaba Romualdo, entonces, a personajes y objetos rescatados de la infancia, y
contemplaba con melancólico desencanto la remodelación de ese mundo, una vez
expuesto a los ojos del adulto. En el meollo de aquel libro, preñado de
imágenes lujosas, fluía una visión del tiempo como factor recursivo, que
escondía los primeros afectos, y se anunciaba como poder oscuro, ingobernable,
la fuerza del amor. Los libros ulteriores: Cámara lenta (1950) y El Cuerpo que
tú iluminas (1950-51) señalan una rápida evolución en la técnica e ideales
estéticos. Su lenguaje enjoyado, deslumbrante, se acerca a una belleza próxima
a la sencillez de la revelación, y factura una palabra que pretende sorprender
la entraña de la realidad a través de su diversa y contradictoria apariencia.
El poeta cincela sus palabras, pero esta vez para cancelar el esplendor de
colecciones anteriores; su meta es interna, persigue el adensamiento de la
lengua total; concibe el poema como unidad ajustada, de arquitectura estricta,
y por ello apela a formas tradicionales de la poesía española, e inserta en
ellas una problemática que cuenta de su inicial asombro al descubrir el mundo y
los seres que lo moran. España Elemental (1952) en la línea de los poemarios
dedicados al pueblo español, exalta su presencia histórica en una instancia
intemporal, es decir, en la suma de los valores humanos. Se ha operado ya un
cambio decisivo en la actitud, las motivaciones y el instrumental de la poesía
de Romualdo; el influjo de Vallejo lo guía en su osada búsqueda de efectos
rítmicos, de contrastes repentinos, de disonancias expresivas, pero sobre todo
en la construcción de las correlaciones y su control semántico y sonoro. La
infancia, la melancolía del solitario, el descubrimiento del amor, la
desposesión a que nos somete el tiempo, han sido preteridos; en modo igual
abandona Romualdo la atmósfera mágica, su afecto por el signo exótico y la vaga
melodía que articulaba la secuencia de su desvarío fantástico. Un afán de
absoluta verdad, una búsqueda de fundamentos que expliquen la hazaña y la
tragedia del hombre, empieza a acuciarlo. Poesía concreta (1952-54) inaugura un
período cuya poética está expuesta en "A otra Cosa".
Alberto
Escobar
G. Critica Personal.
A mí el poemario Canto Coral A Túpac
Amaru me muestra la fuerza del pueblo
peruano ante los españoles y como una persona no se da por vencida cuando tiene
una meta fija o quiere quejarse ante los abusos de una autoridad mayor.
VI.
CONCLUSIÓN
Hasta hace poco, la
obra de Alejandro Romualdo me era desconocida. Había escuchado de él, pero no
mucho. Señas del tipo: nació en Trujillo, en 1949 ganó el Premio Nacional de
Poesía, Alex Valle fue su padre, y en algún momento vivió exiliado en México.
No eran datos suficientes para escribir una nota periodística sobre él, claro
está, pero acepté el encargo de componer una breve nota acerca de su trabajo.
Debo mencionar que
durante una semana busqué en vano sus libros. Una y otra vez consulté sobre él
y muy pocos lo recordaban vagamente. «¿Es peruano?, me preguntó un librero
distraído. He sentido algo de tristeza por este olvido, ya que no creo que lo
merezca. Por fin, en la biblioteca De San Marcos conseguí leer cuatro de sus poemarios, y
fueron suficientes para dejarme con la sensación de que descubría a un poeta
intenso.
Su libro La torre de
los alucinados es notable por la ejecución y el vuelo imaginativo de sus
versos. Basta citar unos cuantos para probarlo:
La infancia nos llena la cabeza de luciérnagas,
de polvo las rodillas y los ojos nos cubre
dulcemente. La infancia nos llena las manos
de globos y limosnas, la boca de pitos y azucenas
y nos cubre las espaldas con sus plumas de cigüeña.
O estos otros:
¡Oh la tarde en su capa colorada
un estoque de luna me perfila
para hundir en mi sueño la estocada!
Aquí la obra de
Romualdo es romántica, de formas clásicas, como la de Rilke, con una
inclinación hacia lo onírico que recuerda, a veces, a la de Eguren. Sin
embargo, es de índole robusta y sensual, rasgos que la distinguen y se dejarán
ver con mayor claridad en los libros siguientes. Por ejemplo, en El cuerpo que
tú iluminas, donde, refiriéndose a la poesía, dice:
Yo te devuelvo, amor mío, como un espejo desierto
en cuyas entrañas están las cenizas de donde Tú
renaces.
Yo te devuelvo amor, mi vientre se renueva sin
cesar.
Tú te ocultas y muerdes, entonces, como una ola
gloriosa,
llena de dulzura y vigor.
Y más adelante:
He aquí mi cuerpo, roído por las estrellas,
pálido y silencioso como un dios que ha cesado
y que Tú arrastras, borrándolo, como el mar o la
muerte.
Como se aparecía,
Romualdo tuvo desde temprano, en una época dominada por la sombra inmensa de
Vallejo, el coraje de marcar un rumbo de lobo solitario. Ahora bien, como todo
hombre tuvo un eje que, asimismo, fue su fuerza motriz: el propio cuerpo. Ese
fue el nutriente de su trabajo. Partiendo de lo sensorial, edificó su arte.
Desde un cuerpo que percibe, que experimenta los hechos y los muda en palabras
que se alejan del último sufrimiento o del primer gozo, pero que jamás pierden
el vínculo que las une, como a través de un cordón umbilical, con todo lo
humano y lo terrestre.
No es trivial
anotarlo. Jamás fue un poeta inconcreto ni profesó la pureza, aunque abunde en
alegorías. Aun cuando habla de sueños, tiene un propósito y traza objetos y
personajes. Que con los años Romualdo se inclinase hacia la inquietud social no
fue, pues, una ruptura con su poética originaria, sino un paso lógico en su
derrotero. Podía hablar de cisnes y rosas, pero su punto de partida siempre fue
una vivencia entrañable del avatar de nuestro mundo físico.
Por eso mismo no fue
un militante vulgar ni resentido. Como Albert Camus, entendió que la belleza es
la mayor de las rebeldías en una sociedad sin ternura ni compasión. Ese fue el
meollo de su compromiso. Y su utopía, si bien nacida desde la atormentada
experiencia de la injusticia, fue la vieja y noble utopía de la hermandad y el
amor entre los seres humanos.
Acaso estos versos
del libro Edición extraordinaria lo expliquen mejor:
Si me quitaran una pierna
bailaría en un pie.
Si me quitaran un ojo
lloraría en un ojo.
Si me quitaran un brazo
me quedaría el otro,
para saludar a mis hermanos,
para sembrar los surcos de la tierra,
para escribir todas las playas del mundo con tu
nombre,
/amor mío.
O los siguientes (que
recuerdan un poquito a los que escribió Lorca en Nueva York), hurtados a la
mala de Cuarto mundo:
AQUÍ YACE SAM BROWN. Aquí descansa su rueda pálida,
la que hacía girar sencillamente bajo sus pies como
un planeta o una ola.
Lejos de su infancia silvestre, de la fiebre sexual,
del
tambor y de la danza hirviente.
Lejos. Dejó su infancia de leopardos y grullas y
flores exóticas.
Aquí yace, más frío que la luna, más triste que el
vino,
derramado y oscuro como un vaso de miel para todas
las
moscas de la destrucción.
Una familia de arlequines le reza. Los astros del
circo lloran
y se apagan…
(…)
Pidamos que la muerte no nos deje decir nada.
Pidamos que la muerte nos separe, nos desgaje
suavemente.
Pidamos que nos haga desaparecer como un
ilusionista.
Roguemos porque la muerte llegue como el extraño que
nos pregunta por la hora.
Porque Sam Brown ya no se mueve.
Porque aquí yace Sam Brown como un girasol ciego.
Pienso en un dato
curioso: los investigadores afirman que los sueños nos ayudan a prevenir la
locura, ya que tanta sensatez en la vigilia es, en muchos aspectos,
antinatural. De un modo semejante puedo decir que el equivalente culto de
nuestros sueños es la poesía, que a un tiempo exige inteligencia y resucita en
cada cuerpo lo que de más primitivo tiene, para marcarlo con pasión, tristeza o
benevolencia. Esto, sin duda, lo consigue Romualdo en divresas parcelas de su
quehacer estético. Y es un alto mérito que muy
pocos artistas tienen el privilegio de alcanzar.
VII.
BIBLIOGRAFÍA
Ø Sánchez, Luis Alberto: La
literatura peruana. Derrotero para una historia cultural del Perú, tomo V, pp.
1581-1582. Cuarta edición y definitiva. Lima, P. L. Villanueva Editor, 1975.
Ø Tauro del Pino, Alberto: Enciclopedia
Ilustrada del Perú. Tercera Edición. Tomo 17, VAC/ZUZ. Lima, PEISA, 2001.ISBN 9972-40-166-9
Ø Toro
Montalvo, César: Manual de Literatura Peruana, Tomo II, p. 1452. A.F.A.
Editores Importadores S.A. Tercera edición, corregida y aumentada, 2012. Hecho
el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº
2012-03529.
Ø Vargas Llosa, Mario: El pez en el
agua. Memorias. Editorial Seix Barral, S. A., 1993. ISBN 84-322-0679-2
VIII.
ANEXOS
MAYO MES DE LAS MADRES
Las primeras celebraciones del Día de la Madre se
remontan a la antigua Grecia, donde se
le rendían honores a Rea, la madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades.
Igualmente los romanos llamaron a esta celebración Hilaria cuando
la adquirieron de los griegos. Se celebraba el 15 de marzo en el templo de Cibeles y
durante tres días se realizaban ofrendas.
Los católicos transformaron estas celebraciones para
honrar a la Virgen María, la madre de Jesús. En el
santoral católico el 8 de diciembre se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción,
fecha que los católicos adoptaron para la celebración del Día de la Madre.
En Inglaterra hacia el siglo XVII, tenía lugar un acontecimiento similar, también
relacionado con la Virgen, que se denominaba Domingo de las Madres. Los niños
concurrían a misa y regresaban a sus hogares con regalos para sus progenitoras.
Además, como muchas personas trabajaban para gente acaudalada y no tenían la
oportunidad de estar en sus hogares, ese Domingo se le daba el día libre para
visitar a sus familias.
En 1870 la poetisa y activista Julia Ward Howe escribió la Proclama del Día de la
Madre, un apasionado llamado a la paz y al desarme. Durante un par de años,
Ward Howe empeñó sus esfuerzos en llevar a cabo un congreso de esta naturaleza.
De todos modos, en 1873, mujeres en 18 ciudades
estadounidenses realizaron una reunión del Día de la Madre. Boston lo
siguió celebrando durante al menos una década más. Al paso de los años, se
fueron apagando más festejos. Howe continuó trabajando por otras vías por los
derechos de las mujeres y por la paz.6 El 12 de mayo de 1907 Ana Jervis dos años
después de la muerte de su madre, quiso conmemorar el fallecimiento y organizó
un Día de la Madre para hacerlo. A partir de entonces encabezó una activa
campaña que fue extendiéndose a todo el territorio de los Estados Unidos.
Finalmente, siete años después el presidente Woodrow Wilson declaró en el año 1914, el Día de la Madre
como el segundo domingo de mayo en Estados Unidos. Así fue gestado el día internacional de la
madre que después fue encontrando eco en otros países que lo adoptaron hasta
tenerse la celebración conocida en la actualidad.
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